Y
en Londres, cuando se preparaba para representar el
papel del marqués de Chamery (1), frecuentó mucho
el trato de indios y personas que habían vivido en
la India.
Comprendía, pues, perfectamente la lengua de los
brahamines.
Y los dos desconocidos seguían tranquilamente su
conversación, muy convencidos de que nadie entfen-
día ni una palabra do lo que decían.
Pero Rocambhole escuchaba...
, AVI
“Aquellos dos hombres que en una taberna de las
orillas del Sena se expresaban en una lengua de las
varias que se hablan en el Indostán, ofrecían además
de esta rareza, un contraste no menos extraño.
A primera vista eran sencillamente unos hombres
nacidos en el Mediodía, y que tenían un cutis atezado.
De ellos el uno era más joven que el otro y era
robusto, alto, enérgico en su actitud y en sus miradas
y el otro, esbelto, casi delgado, con mano y pie de
mujer y su rostro completamente imberbe.
La voz de este último tenía un, tonillo delicado y
hasta aflautado que no parecía propio del sexo mascu-
lino.
Al oirle, dijérase que era una mujer vestida de hom-
bre.
Hablaban, y era el más joven el que lo hacía, cuan-
do sus tipos llamaron la atención de Rocambole.
—París—decía,—es mucho más pequeño que Londres
y, sin embargo, es más fácil seguir en él la pista de
un hombre que tenga un interés cualquiera en ocul-
tarse. Durante seis meses y casi día por día, seguí al
padre y á la hija; veinte veces estuve á su lado y
Djs "Véase La Venganza de Bacará.—Casa Editorial Mauoci,
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