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»—Primero, porque os amo más que ayer, como ayer
os amé más que la víspera y 4 cada paso os quiero más.
»—¡Muy bien!—dijo sonriendo el marqués.
»—Y segundo, porque va á hacer dos días largos que no
os veía,
»—¿Nada más?
»Púsose la joven ligeramente pálida y la sonrisa que
asomaba en los labios desapareció.
»—Y por último, porque he tenido miedo—añadió,
»—¿ Cuándo?
»—Esta noche,
»Porque ví á dos hombres de aspecto siniestro rondar
alrededor de la casa.
»El marqués frunció el entrecejo, y pasado un rato en
silencio. í
»—¡Es imposible! —exclamó;—aquí estás bien escondida,
»—¡Gastón! ¡Gastón!-—murmuró la joven, cuyo terror
iba en aumento.
»—¿No estoy aquí para defenderte!
»Estremecióse aún más la joven, y dijo:
»—¡Ah! ¡Es que si me encontrasen me matarían o
»—¡Qué vengan!—gritó el marqués de Maurevers cuya
mirada centelleó un segundo,
XXIX |
' »Aquella mujer, 4 la que en Saint-Cloud, conocían por
la hermosa inglesa, y á quien iba el marqués de Maure-
vers 4 visitar de noche tomando mil precauciones, era,
como se habrá adivinado, la misma á quien salvara una
noche en los Campos Elíseds y á la que ofreciera hospita-
lidad en su hotel. |
»Al día siguiente de ocurrir semejante suceso parecía la
joven presa de tal terror que el joven marqués creyó que
no debía dejarla salir de su casa,
,De este modo pasaron ocho días, después quince y
luego un mes.