Full text: La hermosa jardinera (5)

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poderosa al intolerable olor 4 azufre que oprimió la gar 
ganta al marqués; éste se desmayó cayendo sin conoci- 
miento en brazos de Rumia súbitamente metamorfoseada 
en un monstruo horrible, 
Por la mañana navegaba el buque viento en popa por 
un mar tranquilo y tan azul como el cielo. 
El marqués de Maurevers, que tenía la cabeza 
sada y ¡era presa de la fiebre, subió 4 cubie 
dole como pel recuerdo de una pesadilla el 
do la víspera. 
muy pe- 
rta persiguién- 
de lo ocurri- 
Habíase despertado en uno de esos lechos de 4 bordo, 
á los que se llama una litera, y no sabía á punto fijo si 
había soñado ó no, pero se convenció de esto último 
cuando vió comparecer á Rumia sobre cubierta. 
La gitana había recobrado su esbelto talle y su hermo- 
s0 rostro, al mismo tiempo que su más dulce sonrisa y 
su mirada fascinadora. 
—¡Oh! ¡Aquí está el durmiente!—le dijo vendo á su 
gncuentro, 
La miró Gastón con asombro. 
—¡Ah! ¿Qué, no es verdad? exclamó 
-¿El qué? 
“—Que sois enana. 
—¡Enana! No, no soy enana, al contrario, paso por una 
mujer alta. 
—No obstante esta noche... 
—¿Qué pasó? 
—Perdido hizo que os cambiaseis en un sér deforme, 
—¡Perdido!-—-repitió Rumia poniéndose muy pálida al 
pronunciar este nombre, 
—Sí—dijo el marqués.—¿No se nos apareció esta no- 
che pasada, y mientras que os estrechaba en mis brazos, 
lo mismo que en París, el fantasma de Perdido? 
—No he visto nada—contestó Rumia. 
—¿No vísteis al fantasma de Perdido? 
—No. 
—¡Es extraño! 
—Todo lo que ví—dijo Rumia,—fué que os quedásteis 
dormido después de cenar. 
—SÍ, ya lo sé; pero me desperté al mediar la' noche. 
Hermosa jardinera—13
	        
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