Full text: La hermosa jardinera (5)

y 
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niño confiado por el mayor Avatar al señor Barbichon. 
Esta última, que dió un grito al enterarse de que se ha 
bían llevado al niño, era Vanda, que adivinó en el acto 
la siniestra verdad. El niño estaba en poder de la Her- 
mosa Jardinera, 
LIV 
Mientras tanto que Milón se iba 4 la calle de Postas, el 
Muñeco recorría París en un poney-chaise. Sucedía esto 
después de las doce y se detuvo ante el café Inglés, que 
era en donde acostumbraban á almorzar el barón de Hu- 
not, Carlos de S:.. y dos ó tres miembros del club de los 
Espárragos. Todos ellos habían sido amigos en otra épo- 
ca del infortunado marqués de Maurevers. 
El Muñeco entró en la salita del piso bajo y todos le 
tendieron la mano extrañándoles no verle desde hacía dos 
días. 
—Confieso, señores — dijo el Muñeco, — que me hallo 
aún bajo la impresión de la lúgubre muerte de ese po- 
bre Montgeron y del barón Enrique. 
A mí me sucede lo mismo—contestó el barón de Hu- 
not que tenía los ojos empañados por las lágrimas. 
Pero es el caso—añadió el Muñeco sentándose y pi- 
diendo el almuerzo,—que todos los pesares de los que 
aquí estamos no resucitarían á los muertos y vale más 
que nos ocupemos de los vivos. 
¡Prytavin es un filósofo!--observó tuno de los convi: 
dados. 
—Quisiera hablaros de Maurevers. 
—¡Pobre Gastón!—exclamó el barón 
—También ese ha muerto—dijo Carlos de S.. 
—¡¿ Acaso se tuvo alguna vez una prueba indudable de 
su muerte?—preguntó el Muñeco. , 
—¡Pardiez! ¡Ya lo eneo! Cómo que han encontrado su 
cadáver. 
-—Os equivocáis; encontraron una figura de cera que 
se le parecía mucho y nada más. 
Pero en Londres... 
—En Londres dicen que han visto un cadáver que tam-
	        
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