Full text: La hermosa jardinera (5)

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prusiano que recibe una consigna, y el Muñeco lo dejó 
con su prisionero en la sala del piso bajo. Al salir, le 
ordenó al cochero: 
Ñ Coge un par de pistolas, y haz que el palafrenero 
suba á tu lado, 
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y El cochero era un robusto mocetón, con cuya energía y 
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ly adhesión podía contar el Muñeco. 
E Cuando éste se marchó, echó Milón el cerrojo, y lue- 
Y go colocó un sillón delante de la puerta, y, con los ojos 
fijos en el reloj, esperó con ansia el regreso del joven y 
de Vanda. 
El Español estaba tendido sobre la alfombra, de cara al 
suclo, y las cuerdas, que le sujetaban pies y brazos, lo 
impedían todo movimiento. 
Dieron las once, las dode y más tarde la una de la ma- 
drugada y el Muñeco no volvió. Empezaba Milón á fruncir 
el entrecejo cuando de pronto se apagó la única vela que 
ardía sobre la chimenea y se apagó por una causa natural; 
licgó 4 la arandela de cristal, que saltó hecha pedazos y la 
torcida se hundió en la esperma líquida. Buscó Milón en 
el bolsillo con que encender otra vela, y no encontrando 
nada decidió descorrer el cerrojo de la puerta y salir á la 
habitación inmediala, que era precisamente el comedor, y 
en el cual debía encontrar cerillas sobre la chimenea, y 
,cómo el Español estaba muy bien atado croyó Milón que 
Ñ le podía dejar solo un momento, pero esto fué lo suficien- 
y te para. que el cómplice de la Hermosa Jardinera pudiera 
, encogerse y idejarse caer después con fuerza sobre el pecho. 
Con este golpe se reventó una vejiga que llevaba en el 
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3 pecho desparramándose por el suelo un líquido misterioso 
he del que se desprendió tun olor muy fuerte que oprimió la 
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