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Un momento después entraron dos trabajadores, 4 los
que siguieron otros cuatro, en dos tandas distintas.
Los seis se sentaron alrededor de la mesa que ocupa-
ba Milón.
Cuando todos ocuparon sus sitios, la tabernera cerró
la puerta. '
—¿Qué es lo que hacéis, buena mujer?—preguntó Mi-
lón asombrado.
Ahora te lo diremos—respondió el ayuda de cámara
haciendo una señal á los seis trabajadores que habían
ido entrendo antes.
Y al mismo tiempo arrojó el contenido de su vaso al
rostro de Milón.
Los pretendidos trabajadores se larrojaron sobre éste,
medio cegado por el vino, y á pesar de la fuerza hercú»
lca del coloso, consiguieron apoderarse de él,
Xy
Mientras que Milón caía de este moao en la embosca-
da, que le habían preparado, el Muñeco se reunía con
Vanda y ambos procedían á la lectura del manuscrito de
Turquesa.
Formaba éste un voluminoso cuaderno, cuyas hojas es-
taban cubiertas de una letra menuda y apretada,
El título no podía ser más extraño,
EL MUERTO VIVO
Estaba faidemás dividido ten capítulos.
Habríase dicho, tal verlo, que era un manuscrito de
una novela destinada á la imprenta.
El Mufñieco leyó en alta voz;
Capítulo primero
«En una moche fría y brumosa del invierno de 1823,
delúvose un carruaje en la plaza de Louvois,