Full text: Los estranguladores (2)

de 
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hombre que llevaba un nombre indio, un tal Alí- 
Remjeh. 
Efectivamente éste se presentó al día siguiente. 
Al año siguiente, el mismo personaje hizo entre- 
ga de una cantidad igual á la anterior. 
El indio se presentó también al día siguiente. 
—¿Y el año que siguió á esos ?—preguntó Lucia- 
no, cuya voz temblaba por ser muy violenta la 
emoción que le dominaba. 
—Al año siguiente no me Hallaba yo en Londres, 
ap mis principales me habían hecho venir á 
»arís, para desempeñar el cargo que tengo en la 
actualidad en la casa. 
—¿Y es eso todo lo que sabéis? 
—Todo absolutamente; os lo juro. 
Quedóse durante un momento Luciano pensa- 
tivo y triste, 
—Decidme, —dijo al cabo,—si algún día viéseis 
al hombre que sospecho es el que se presentaba 
á depositar los fondos que he estaban destinados 
y le reconocíais, ¿vacilaríais y no me diríais ese 
es? 
—No hice ningún juramento que me obligase 
hasta ese punto, señor de Haas,—contestó el ca: 
jero, 
—De modo que puedo contar con vos. 
—Sin ningún género de duda. 
—¡Ah! —-murmuró Luciano.—Si es el mayor Hof, 
no tendrá más recurso que decirme en dónde 
está mi madre. 
Se marchó el cajero. 
Antes de hacerlo dejó á Luciano las señas de su 
domicilio particular. 
Los dos amigos estuvieron hablando aún durante 
algunos minutos y se separaron para encontrarse 
más tarde en el club de los Espárragos. 
. ' . . o . adi: NO , . 4 
La cita fué para las diez y media, pero Luciano 
no se presentó en el club hasta las doce. 
La causa del retardo era, por otra parte, muy 
natural. 
Había comido y pasado la velada en compañía
	        
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