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cortesana... y el oro que gasta es un oro que se
ganó con baldón é ignominia» ¿qué sería lo que
responderíais ? É
— Vas muy lejos, Rouquerolles, — observó un
miembro del club.
—¡Tanto peor!—respondió el marqués, prenda-
do de los encantos de Aspasia.—El papel de ejecu-
tor es á veces honrado,
Luciano estaba muy pálido. >
No obstante, permaneció muy tranquilo y dijo
con dulzura mirando al marqués:
—¿ Y quién es ese hombre al que queréis ejecutar?
Un hombre que lleva un apellido prestado.
-Como ese se encuentran muchos por el mundo.
—Se trata de un hombre que no puede decir
cuál es el origen de su fortuna.
Estremecióse Luciano.
Se contuvo, sin embargo, aun.
—Se trata de un hombre,—añadió el marqués,
—al que supongo hijo de una cortesana, y que si
no me prueba lo contrario...
Al oir estas últimas palabras se puso en pie Lu-
ciano.
No pronunció ni una palabra y esperó.
Su actitud era tan imponente que todos cuantos
le rodeaban y habían oido las últimas palabras
de Rouquerolles, comprendieron que se iba á re-
presentar un drama terrible.
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¿Cuál fué el desenlace de ese drama, cuya pri-
mera escena hemos visto desarrollarse?
Esto es lo que relataremos en el interesante epi-
sodio HISTORIA DE UN CRIMEN,