== 62 mu
dimiento de no haber tenido confianza en Rocamt-
bole,
Pero el nombre de sir Arturo Newil subió de su
corazón á los labios y entonces ya no vaciló más,
Se lanzó animosamente á la calle, calándosé aún
más el sombrero hasta los ojos, y pasando muy,
deprisa por delante de la taberna.
Hallábase ésta abierta aún, pero los concurrentes
eran muy contados,
Estremecióse sin embargo después de dirigir una
mirada furtiva al interior.
Le pareció que veía sentado ante una de las
mesas al joven que pocas horas antes la había sal-
rado la vida, matando de un tiro al estrangulador
que la llevaba en brazos.
Aquel joven era el Muñeco, que, según parecía,
empleaba cierta lentitud en cumplir las órdenes
que le diera Rocambole, »
Pasó Gipsy corriendo por delante de la taberna,
pues por nada de este mundo habría querido que
el Muñeco la reconociese,
Cuando llegó al extremo de la calle se dirigió por
el camino acostumbrado, bajando hacia el Támesis,
pasando por el puente de Waterloo, internándose
después en un dédalo de callejuelas, en las que dió
varias vueltas en el mismo sentido.
Habríase dicho que era una liebre que cruza y
recruza Sus huellas para despistar á los perros.
De vez en cuando se volvía para observar si la
seguían, pero no se fijó en una mujer andrajosa,
una irlandesa, que desde la salida del puente iba
á unos cincuenta pasos delante de ella.
Aquella mujer, que no se había vuelto ni una sola
vez, seguía ¡cosa extraña! el mismo camino que
Gipsy debía recorrer para ir á casa de sir Arturo
.Newil.
Si uno desconfía de los que le siguen ¿es posible
que desconfíe de los que van delante?
Sólo un parisién conoce las estratagemas á que
suele apelar el hilador (espía).
Así se llama el que queriendo saber á dónde
yais os precede en vez de seguiros,
En”
a Al RS
E