Full text: Historia de un crimen (3)

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En la parte alta únicamente, y como a unos 
diez pies del suelo, se veía una saetera o respi- 
radero destinado a dar paso a un poco de aire. 
¡Ah! ¿Y qué es esto? —preguntó asombra- 
do Rocambole. 
El escondite de que hablé a Noel. 
Sí; pero, ¿quién fué el que lo hizo y para 
qué servía ? 
Todo eso es una historia—respondió el fru- 
tero. ; 
Cuando tomé la casa en arrendamiento, mandé 
a buscar a un arquitecto para que reconociese 
las cuevas, en las que había medio pie de arena. 
Empezamos por apartar ésta a un lado, para 
buscar el suelo, y entonces nos encontramos esa 
losa que veis ahí. 
La levantamos, y el arquitecto tuvo la humo- 
rada de hacer que le atasen por la cintura y le 
bajasen. 
Cuando subió, me dijo: 
Este escondite han debido hacerlo durante la 
primera revolución, para que sirviese de refugio 
a los curas o a los emigrados. 
Y prueba de ello es:ese respiradero por el que 
entra un aire húmedo y frío, que debe proceder 
de las alcantarillas vecinas. 
Ya lo comprendo—dijo Rocambole, haciendo 
un signo afirmativo. 
Ahí 23 donde podemos colocar a ése-——con- 
testó el frutero, señalando al angloindio, al que 
Milón dejara en el suelo lo mismo que un fardo 
de mercancías.-—Si queréis desembarazaros para 
siempre, nada más fácil. Tapamos el respiradero 
con un poco de yeso, y asunto concluído; se 
morirá por falta de aire. 
No—respondió Rocambole,—no quiero ma- 
tarle.
	        
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