PP
arras
MI
147 —
¿Y tú, no la odias ?
Le miró la Chata, y se echó a reir con una
expresión feroz.
Con decirte que si me la pudiese comer
viva...
¿Lo harías ?
¡Ya lo creo!
Pero no puedes hacer nada de eso, porque
tú también tienes miedo de Rocambole.
Y el Pastelero se echó a reir, burlándose.
¿Qué quieres decir con eso? ¿Que tú no
tuviste miedo ?-—replicó la Chata con ironía.—
Te puso en la puerta de casa de la Morena, y te
marchaste sin decir esta boca es mía.
Lo hice porque estaba solo.
¡Ah! ¿Estabas solo? ¿Y ahora?
Somos dos a odiarle, y, si tú quieres, sere-
mos tres—insinuó el Pastelero.
La Chata meneó la cabeza.
No ha habido más que un hombre que haya
sido capaz de luchar con Rocambole.
¡Ah!
Y a ese, le venció dos veces —dijo.
—¿Y sabes cómo se llama ?
Timoleón.
Pues es precisamente el mismo del que yo
quería hablarte.
¿Le conoces ?
-—¡Ya lo creo! Figúrate si le conoceré, que
estamos asociados.
-¿ Para trabajar ?
No; para exterminar a Rocambole.
Meneó la Chata otra vez la cabeza con aire de
duda y de desaliento.
Me parece—replicó,—que te haces muchas
ilusiones en cuanto a eso.
¿Lo crees así?