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Y Timoleón hizo que sus cómplices le siguiesen
fuera del pozo.
Vanda quedó a obscuras, y oyó cómo rechina-
ban la cerradura y el cerrojo de la puerta...
Y luego los pasos de los tres miserables que
se alejaban.
¡Y después, nada!
Papá—dijo la Chata a Timoleón cuando su-
bieron a. la superficie del primer pozo y se de-
dicaron los tres a colocar las tablas en su sitio,
tuviste una gran idea; pero, a la verdad, hu-
biera preferido estrangularla con mis propias
manos.
¿Por qué?
Porque es más seguro.
Pero no habría sufrido nada.
Sí; pero, ¡quién sabe!... Rocambole...
El Pastelero se sonrió con misteriosa expre-
sión. '
Espero hacerle caer en una emboscada —dijo.
¿A Rocambole ?
Sí, y el cebo será Vanda.
Y los tres se alejaron, sin que Timoleón qui-
siese dar más explicaciones.