mozos del muelle de Bercy, y luego dijo que se
iba a comer a un figón de la vecindad.
Y se marchó.
Al ir a volver la esquina de la calle de Vert-
Bois, se encontró cara a cara con un hombre
que seguía su camino con tal precipitación que
le tropezó' al pasar.
Dispensadme, buen hombre — dijo con voz
conmovida. Era Milón.
Este no reconoció a Timoleón; pero el pre-
tendido agente de colocaciones lo reconoció en
seguida.
Bueno—se dijo; —Rocambole y Milón andan
buscando a Vanda, y viene a enterarse de si la
han visto en casa del frutero.
Y continuó su camino riéndose silenciosamente
bajo su gorra de doble visera.
El nuevo inquilino del frutero no regresó a
su casa hasta las diez de la noche, y cogió en la
tienda una valmatoria de cobre y una llave.
En la trastienda y en una mesa cubierta con
un grasiento itapete, estaban jugando dos hom-
bres. j
Timoleón, que conocía a todos los ladrones de
París, reconoció en seguida al Guillotinado y al
Muerte de los Valientes.
¡Bah! Esos son los guardias de corps del
señor Muñeco -se dijo.
Y se marchó a su cuarto después de dar las
buenas noches al propietario y a su esposa,
Apagó la vela, y se puso al acecho detrás de
las persianas, diciéndose:
Esperemos ahora a que cierren la tienda del
frutero.