Full text: Historia de un crimen (3)

199 
Mientras que el Pastelero la desataba las ma- 
nos, la Chata destapó el cesto, y colocó al lado 
de éste la linterna de que iba provista. La luz 
hizo que huyesen todas las ratas. 
Haciendo un nuevo llamamiento a la energía y 
a la fuerza de voluntad de que estaba (dotada, 
soportó Vanda las injurias de la Chata, y comió 
con tanta calma como si se hubiese hallado sola 
en el hotel de la Avenida de Marignan. 
Los alimentos que la dieron, fueron de los 
más frugales. 
Se redujeron a unas salchichas ordinarias, un 
pedazo de queso, pan, y medio litro de vino. 
Mientras comía, el Pastelero y la Chata se en- 
tretenfan en insultarla con inzuriosos dicharachos. 
Comió, y ni siquiera se dignó contestarles. 
Lo único que hizo fué, mientras tuvo las ma- 
nos libres, esconder unas cuantas salchichas, sen- 
tándose encima. 
Terminado el almuerzo, volvieron el Pastelero 
y la Chata a atarla las manos, y se marcharon. 
Por segunda vez quedóse Vanda rodeada de 
tinieblas con las manos atadas a la espalda, 
y los pies fuertemente sujetos con una cuerda 
arrollada a los tobillos. 
Cuando estaba comiendo y aparentó hacerlo 
con avidez bestial, y mientras que el Pastelero 
y la Chata la insultaban ciegos de ira y dema- 
siado furiosos para poderla observar, dirigió a 
su alrededor una investigadora mirada. 
Observó que en la pared de la cantera había 
muchos huecos y grietas. 
En la varte alta, distinguió un agujero muy 
semejante al nido de una ave marina entre las 
TOCas. 
Acudió a su mente la idea de una evasión. 
Los dos miserables, al marcharse, la dejaron
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.