Full text: Historia de un crimen (3)

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alguna edad, y además de esto, con mucha fre- 
cuencia había empleado a su servicio al Pas- 
telero. 
Este, sin embargo, no le reconoció. 
Soy Timoleón—le dijo. 
¡Imposible! -—exclamó el exjefe de los aso- 
ladores. 
Sonrióse Timoleón tristemente. 
Sí, es cierto, estoy un poco cambiado. ¿Qué 
me quieres ? —preguntó. 
Estoy arruinado, hundido para siempre—gl- 
mió el Pastelero,—y lo que me pasa a mí no le 
sucede a nadie; ¿queréis que echemos unas co- 
pas, patrón? IEntremos ahí en esa taberna, y 
os contaré todo lo que hay. 
Siguió Timoleón al Pastelero, y éste le contó 
toda la historia de la deserción completa de la 
banda de asoladores, que se había pasado a las 
órdenes de Rocambole. 
Al terminar el Pastelero su relato, le dijo Ti- 
moleón : 
De modo que odias mucho a Rocambole. 
¡Que si le odio! 
Y si alguna vez pudiese yo ayudarte para que 
te vengases... 
-¡Ah! ¿Lo baríais ? 
Tal vez. Dime dónde podré encontrarte. 
Mi refugio está en las Canteras de América. 
Está bien; cualquier día iré a buscarte. 
Y dicho esto se separaron. 
Dos días después, había conseguido Timoleón 
encontrar las huellas de Rocambole, y averiguar 
que éste se hallaba en Londres. 
Aquella misma noche marchó a Inglaterra, 
empleando en el viaje sus últimos recursos. 
A los dos días se hallaba de regreso en París, 
y se iba en busca del Pastelero.
	        
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