¿ecen con su presencia por la noche los alrede-
uores de Saint Martín.
El vejete la miró y se estremeció con violencia
en cuanto se fijó en ella.
Había conocido a Vanda, a la fiel compañera
de Rocambole.
¿Qué significaba aquel traje ?
¿Era un disfraz ?
¿Significaba aquello que Vanda había caído '
de pronto en la miseria y en la abyección ?
No se fijó en el viejo, pero éste no la perdió
de vista ni un momento.
Vanda entró.en la frutería y el viejo sypo
desde entonces a qué atenerse, estando la cosa
sumamente clara para él.
Vanda era la mensajera de Rocambole.
En vez de continuar su camino, volvió el viejo
pies atrás; sacó del bolsillo una de esas taba-
Queras de corteza que se llaman de cola de
rata, y entrando en el despacho de tabaco, que
se hallaba al lado de la frutería, la puso sobre
el mostrador, diciendo:
¿Me hacéis el favor de darme diez céntimos
de rapé habano ?
La mujer que estaba detrás del mostrador era
una vieja muy charlatana que entablaba una
conversación con cualquiera, a poco que le diesen
pie para ello.
El vejete se mostró expansivo.
Contó a la vieja vendedora de tabaco que
iba a ser inquilino de la casa y que tenía una
agencia de colocaciones, y que este oficio, en
Otros tiempos muy productivo, valía muy poco
a la sazón, y como era necesario vivir, a su pro-
fesión de agente reunía la de escribiente público
O memorialista.
Historia de un crimen, —7