Full text: Los millones de la gitana (4)

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Rocambole siguió adelante. 
Algunos momentos después, llegaban á aquella 
cantera cuya explotación se había hecho á cie- 
lo abierto, y Vanda dió un grito de alegría, 
Acercóse Felipota ante la hoguera, y empezó á 
soplar los tizones medio apagados, sobre los que 
arrojó un brazado de malezas y hojas secas. 
Las malezas se encendieron, y su llama produ- 
jo cierta claridad á su alrededor. 
Una sola ojeada le fué suficiente 4 Rocambole, 
para comprender que le sería imposible ensan- 
char el agujero formado en la roca, á través del 
que veía á Vanda. 
Esta, le dijo: 
==Como supondrás, no fué por ahí por donde 
entré. 
Y le contó la historia de lo ocurrido en el pozo, 
describiendo minuciosamente el corredor subterrá- 
neo cerrado por una puerta maciza y sólidamen- 
te cerrada. 
—Está bien—dijo Rocambole,—echaré abajo esa 
puerta con el pico. 
Felipota se apresuró á decir: 
—Sé un medio mucho más sencillo para libeye 
tar á esta señora. 
——¿ Cuál es? 
—"¿No vísteis — preguntó la vieja encarándose 
con Vanda,—una especie de andamiaje en lo alto 
de la cantera, y que forma el techo de ésta? Pues 
bien, con unos cuantos azadonazos, se consegui- 
rá abrir otra vez la primitiva entrada de la ca- 
verna, y con la cuerda que el señor trajo... 
—Tiene razón esta buena mujer—dijo Rocam- 
bole. 
Cogió Felipota un tizón, y dijo: 
—Venid, que alumbraré y os enseñaré el py- 
mino. 
Siguióla Rocambole, y mientras tanto Vanda, se
	        
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