Full text: Los millones de la gitana (4)

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arrastró por el paso subterráneo, de modo que 
volvió á bajar á la cantera, 
Dijimos antericrmente, que la primitiva entra- 
da de la cantera, estaba á igual distancia del pozo 
y. de la otra cantera á cielo abierto, en la cual 
Rocambole penetró un momento. 
Empezó por apartar á un lado las malezas, y 
poco después encontró una excavación poco pro- 
funda, á la cual bajó. 
Golpeó con el pie, y sintió que el suelo reso- 
naba bajo sus pisadas, lo que anunciaba la exis- 
tencia de una cavidad. 
En seguida empezó á hacer uso del pico, y con 
algunos golpes, consiguió arrancar una piedra 
muy grande, á la que siguieron varias otras. : 
Apareció entonces un agujero, y, las piedras ca- 
yeron con un ruido sordo, 
—|Vanda!—gritó Rocambole, 
De las tenebrosas profundidades del abismo su- 
bió una voz. 
—¡Aquí estoy !—contestaron. 
Rocambole desenrolló la cuerda, y ató uno de 
sus extremos á una roca que se hallaba al otro 
lado de la excavación. Cuando tuvo la seguridad 
de que estaba sólidamente atada, dijo á Felipota: 
—Quédate aquí al acecho mientras bajo, por- 
que esa pobre señora debe estar extenuada de can- 
sancio y de debilidad, y no podrá subir sola, 
En aquel momento tuvo. deseos Felipota de pe- 
dir su dinero; pero le contuvo el temor de que 
Rocambole tuviese alguna desconfianza, y sospe- 
chase la existencia de la emboscada con tanta ha- 
bilidad preparada. 
Cogió Rocambole la cuerda y bajó con la agili- 
dad y destreza de un funámbulo, y Felipota pudo 
ver cómo la cuerda se ponía cada yez más tirante 
con el peso del cuerpo. 
De pronto se movieron las malezas que rodea- 
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