Full text: Los millones de la gitana (4)

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»Es joven y su corazón herido se cicatrizará con 
el tiempo, 
»Es rico y le amarán. 
»Este es el voto y, el deseo de la pobre muerta, 
y un presentimiento que tengo, me dice que ese 
deseo se realizará algún día. 
» Adiós, señora! ¡Perdonadme y rogad á Dios 
que me perdone! 
»Gipsy.» 
La carta se le escapó á Vanda de las manos. 
En pie, y sin aliento para hablar, contempló la 
fiel compañera de Rocambole, á aquella desdicha- 
da, dormida en brazos de la muerte, lo mismo que 
una niña en su cuna. 
—¡Pobre niña!—murmuró al cabo, 
—¡Bien sabía yo que no estaba curada!—excla- 
mó Milón en un arranque de dolor. 
—¡Tal vez!..—murmuró Vanda. 
Y mientras tanto que ambos se hallaban allí con- 
templanda el cadáver, oyóse el galope del caba- 
llo qe montaba el Mufñieco, que volvía, 
Milón salió precipitadamente del cuarto. 
Y en el momento en que el Muñeco subía la 
escalera, le salió al encuentro, impidiéndole el pa- 
so y diciéndole: 
—¡No entréis! 
Hay momentos en la vida en que parece que 
el espíritu está dotado de adivinación. 
Y el Muñeco, al que le sucedió esto, exclamó: 
—¡ Gipsy, ha muerto! 
Y empujó á Milón, echándole á un lado, y en- 
tró en la habitación. 
Vanda estaba arrodillada al lado de la muerta, 
El Muñeco no derramó ni una lágrima ni dió 
un grito. 
Existen desesperaciones sin límites para las cua-
	        
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