= 185 =
Marión;—mi breck está esperando abajo, en el bu-
levar. Puedo disponer de cinco asientos; ¡el que
me ame, que me siga!
—¡ Hay que llevar armas, Marión 2—preguntó- el
señor de Montgeron echándose á reir.
—Como queráis; yo llevo un revólver.
—Marión, —dijo uno de los miembros del club,—
no será un cumplido héroe de novela hasta que
no haya trabado conocimiento con la policía co-
rreccional.
Y los cinco miembros del club que estaban de-
signados, cogieron sus abrigos y Sus sombreros,
abandonaron el local, y en el bulevar encontraron,
efectivamente, el breck de carreras de Gustavo Ma-
rión.
Al carruaje estaban enganchados dos magníficos
saballos irlandeses.
—¡La una y media! —dijo Montgeron.
—Dentro de treinta minutos estaremos en Belle-
vue, —dijo Gustavo Marión,—y consiento en perder
mi nombre, si no consigo que la Hermosa Jardi-
nera se venga á cenar con nosotros al café In-
glés.
Al decir -esto, aflojó las riendas á los caballos, y
el breck se alejó rápidamente de los desiertos bu-
levares,
. ” . . . % . nm ñ .