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El retrato representaba 4 un hombre de veinti-
ocho á treinta años, 6 mejor dicho, un cadáver,
colocado en un sillón y con la cabeza caída sobre
el hombro izquierdo. Al cadáver se le veía encima
de la tetilla izquierda una herida producida, al pa-
recer, con un puñal ó con una espada de combate.
Tiró en el acto Lepervier de un cajón y sacó
de él otro retrato fotográfico, que representaba á
un individuo en pie, con traje de calle y el bastón
y el sombrero en la mano. El retratado parecía
gozar de buena salud. Este último retrato pare-
cíase, sin embargo, de una manera extraordina-
ria al primero, al del cadáver colocado en el si-
llón, de tal modo, que era imposible no reconocer
al vivo en la fotografía del muerto, y el retrato que
Lepervier había sacado del cajón, era el auténtico
del marqués Gastón de Maurevers,
Con un ademán febril desdobló, el jefe del ne-
gociado de «Asuntos Misteriosos», la carta que
acompañaba á la fotografía. La carta procedía de
un agente al que enviara á Inglaterra. Estaba fe-
chada en Londres y concebida en los términos si-
guientes:
«El cadáver, cuya fotografía acompaña á ésta,
y que mandé sacar esta misma mañana, ha sido
hallado ayer en la taberna del Rey Jorge, del Wap-
ping, que es una de las guaridas más temibles de
Inglaterra. El tabernero se llama Jobson, lo mis-
mo que el verdugo de Londres, del que dicen que
es pariente. La policía inglesa no penetra, pasa-
da cierta hora, en el establecimiento, porque el
policeman que entrase allí, desde las doce á las
cuatro de la mañana no saldría con vida. Por este
motivo ha sido preciso atenerse, en lo que se re-
ficre al descubrimiento de ese cadáver, que parece
«lata nada más que de unas horas, á lo que dijo el
PS
y
NP
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