Full text: Los millones de la gitana (4)

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¡Y dirigiéndose al animal, añadió: 
—¡Busca á Timoleón! ¡Búscale! ¡Busca! 
El perro se acercó á la puerta. 
El Muñeco se vólvió á Milón. 
—Esta joven tiene razón—dijo.—El frutero y el 
Muerte de los Valientes, se encargarán de guar- 
dar al inglés hasta que volvamos tú y yo. Habrá 
necesidad de atarlo un poco, y si hace ruido... 
—Se hará uso del mazo ¿no es esd?—dijo el 
frutero, 
—SÍ, 
—Pero ¿y nosotros?—preguntó Milón. 
—Nosotros vamos á seguir á Marta, es decir, á 
su perro, y si encontramos á Timoleón, será pre- 
ciso que nos diga á buenas ó á malas, en dónde 
está nuestro jefe—dijo el Mufñieco. 
La hermosa Marta, cogió la hopalanda, y se la 
hizo olfatear distintas veces al perro, que seguía 
aullando con furor, fijando sus encendidas miradas 
en la puerta,
	        
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