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»—¡¿ Habéis vivido en la hospedería que se lla-
ma de la Serpiente Azul?
»—Precisamente.
»—Esto es pues contra vos, porque el jefe del
distrito donde está la Serpiente Azul es el que
os hace prender.
»—¡Ah!—exclamé yo sin inmutarme.
»—Yo no puedo asegurar que sea, pero creo que
vuestra detención tiene relación con el asesinato
del encantador de serpientes.
»—¿De qué se trata?—les pregunté,
»—Han asesinado esta última noche 4 un en-
cantador de serpientes.
»—¿Es cierto?
»—Y puede ser que se os acuse de ese asesinato.
»Yo no pude por menos de sonreirme.
»El agente me lo había dicho tan ingenuamente,
que no me cupo duda y pensé que Tippo Runo
había sido el que me había delatado, y creí que
pudiera muy bien ser que no tuviera nada de
común mi detención con los sucesos de la noche,
y que los agentes que habían mutilado á mi po-
bre Mussami, no tuvieran nada que ver en mi
percance.
»Si así fuera, pudiera muy bien suceder que me
dejaran libre después de un breve interrogatorio.
Y entonces me apresuraría á ver al viejo Hassan.
»Mas como yo, por experiencia, sabía que las
tramitaciones de la justicia inglesa eran muy len-
tas, podía muy bien suceder que me retuvieran
muchos días Ó me soltaran en seguida. Me hice
este razonamiento, que era €n apariencia bien
fundado.
»Era necesario prevenir á Hassan en seguida.