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»Parecía que se consultaban, y que dudaban re-
solverse á alacarme.
»En seguida comprendí la causas
»La luna estaba en el zénit, é iluminaba por.
consiguiente verticalmente el manzanillo, forman-
do alrededor un círculo luminoso.
»Los tigres estaban al otro lado de este circu-
lo, y fuera de la influencia maléfica del árbol.
»—No se atrevían á cruzar este límite, y deduje
que la naturaleza, que tiene infinitos secretos, ha-
bía avisado á aquellos animales el peligro que co-
rrían.
»Y lo que el hombre puede ignorar, 10S tigres
lo sabían, y por eso era que no se atrevían á lle-
gar hasta mí, sin duda no dándose cuenta de la
imposibilidad que tenía de moverme, y esperaban
que saliera de allí para devorarme.
»Mi voluntad había triunfado del dolor y del de-
lirio á consecuencia de las impresiones.
»Morir por morir, prefería las garras de
gres al veneno, y me puse á silbar.
»Esperaba así excitar la cólera de mis enemi-
gos, y hacer que se lanzasen sobre mí. No conse-
guí nada, y á mi silbido se alejaron.
¡Era que estaba libre de ellos? así parecía, pero
muy pronto volvieron con cautela; uno de los dos,
rugió de muevo, y otros rugidos le respondieron.
»El dolor de cabeza me repitió con tal violen-
cia, que no deseaba más que la muerte para li-
brarme de él.
»Tal vez haya entre ellos algún imprudente que
se lance contra mí—pensé;-—mas me equivoqué
todavía.
»Los tigres formaron un círculo alrededor del
manzanillo, pero prudentemenle, á distancia de la
los ti-
sombra.
»La fiebre y el vértigo se apoderaron de mí nue-