— 160 —=
»—¿Querrás saber, sin duda, quién soy yo?
»—Hice un signo afirmativo con la cabeza.
»Me llamo Nadir, y soy un jefe perteneciente
á esa secta misteriosa que combate con ensaña-
miento á la secta de los estranguladores.
»Esta se llama los thugs y nosotros somos los
hijos de Sivah.
»No me conoces, mas yo sé quién eres tu, y los
servicios que nos has prestado librándonos de
Ali-Remjeh.
»Remjeh era nuestro mayor enemigo, y por esto
te he salvado.
»Miré á aquel hombre con asombro.
»Y prosiguió diciendo:
»—Las garras de la pantera te han herido, pero
una vez muerta la fiera, me convencí que tus he-
ridas no son graves.
»He vertido en tus heridas un balsamo cuyo se-
creto conocen sólo los de mi raza y que tiene la
virtud de cicatrizar en pocos días las heridas más
profundas.
»—Dentro de dos días, podrás levantarte y vol-
ver á Calcuta donde mi protección te acompaña-
rá de noche y de día.
»—Quien quiera que seas, te doy, 1as gracias—=
le dije.
»Y me replicó:
»—Acudí en tu ayuda no por tu reconocimien-
to, sino porque además tal vez te necesite algún
día.
»—Habla—le dije,—esta vida que nas saivado cd
pertenece por entero,
»—Más tarde,
»—Entre tanto aejame contarte cómo te he lH-
brado de una muerte horrible,