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terribles y de los narcóticos cuyos efectos son tan
variados como variados son los vegetales.
»Si Tippo Runo conociera alguno de los secre-
tos que yo poseo, ya tendría en su poder el tesoro,
»—No lo comprendo—observé,
»—El mismo Hassan hubiese sido el que le in-
dicara el sitio en que estaba escondido el tesoro;
y él mismo abriera la puerta,
»—¿Delante de Tippo Runo?—dije yo.
»—SÍ.
»Mi estupor á estas palabras iba en aumento,
»Nadir replicó:
»—Cuando el indio tiene sed, exprime un limón
en un poco de agua y obtiene una bebida refres-
canle,
»—Bien, ¿y qué?—repuse yo que no sabía qué
era lo que quería decir con aquello.
»—El indio que no puede dormir, toma un gra-
no de opio y duerme,
»Y sin atender á mis exclamaciones, continuó
Nadir diciendo:
»—El indio herido unta sus heridas con un bál-
samo que no es otro que el jugo exprimido de una
planta que nosotros llamamos youma ó lo que es
lo mismo, lengua de serpiente. Con este bálsamo
es con el que te curé.
»Y Nadir siguió diciendo:
»—La mezcla de limón que refresca y del opio
que adormece y las hojas de youma que curan
las heridas, forman una bebida que produce los
más extraños efectos.
»—¡Ah!
»El que toma medio vaso de esta bebida le pro-
duce tal excitación nerviosa, que parece un loco.
»La persona más fuerte no resiste sus efectos,
»Y los secretos más recónditos se divulgan,