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apareció á nuestra vista y en esta hendidura una
piedra que se parecía á la que habíamos encon-
trado y que señalaba la cerradura de la puerta de
hierro,
»Nadir quitó esta piedra y apareció un cerrojo,
»El indio lo corrió y la puerta giró sobre sus
goznes invisibles, como había girado la puerta de
hierro, con un chirrido ronco.
»Entonces Nadir y yo, nos apercibimos de una
abertura.
»—Esto es un paso subterráneo.
—¿ Dónde conducirá ?
»—Ya lo sabremos á su debido tiempo,
»Me volví hacia Hassan, que estaba absorto en
la contemplación de esta nueva salida.
»—Estad tranquilo—me dijo Nadir,—nadie xos
cerrará la puerta, sigamos nuestra visita.
»—¿A dónde vamos?
»—Vamos á internarnos en este subterráneo. —
Y Nadir cogió de nuevo la luz que habíamos pues-
to en el suelo,