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»El terrible paquidermo fué acelerando cada vez
más su carrera.
»A la selva sucedió una vasta llanura cubierta
de hierbas muy altas y en la que, acá y acullá,
se veían vestigios de población y de cultivo.
»—No puede ser en un sitio como éste en el
que esté yo condenado á morir—me dije,--pue-
do, pues, disponer aún de algún tiempo.
»Tenía en mi favor una cosa que Tippo Runo
no había calculado, y era que llevaba encima: un
revólver de Devismes, el rey de los armeros fran-
ceses,
»Ese revólver se cargaba con balas explosivas.
»La bala ordinaria se desliza sobre la piel de
elefante, si es que llega á penetrar, y aun en este
aso, no lo hace tanto que le pueda matar en el
acto.
»Pero la bala cónica, con punta de acero, y que
se emplea para el león, el tigre y la ballena, pro-
duce otro resultado.
»El elefante me sujetaba con su trompa, pero
me dejaba el uso de la mano derecha.
»Con ésta saqué el revólver del cinturón.
»Si conseguía matar en el acto al elefante, es-
taba salvado.
» Y si la muerte no era instantánea podía con-
siderarme perdido!
»En mi vida había corrido un peligro semejan-
te y eso que he visto muchas yeces y desde muy
cerca la muerte.
»No obstante, levanté el gatillo del revólver y
apunté al elefante debaio de mí, es decir, al nas
cimiento del cuello,