a
»Se levantó como pudo de su cama, y subió á
cubierta,
»El resplandor de la hoguera que entraba por la
ventana, hirió su vista.
Había adivinado el peligro.
»Hizo un esfuerzo, y llamó al macstro timonel
que estaba durmiendo.
»Los dos subieron sobre cubierta, y el timonel
cuitaba:
»—¡Traición! ¡Traición!
»El maestro timonel es el que se había arrojado
sobre mí, mientras John Happer corría al timón,
é hizo virar bruscamente al buque.
»Era ya tiempo, porque do haber dejado pasar
algunos momentos más, el buque se hubicra 0s-
trellado,
»El fuego que tenfamos hasta entonces á babor,
de repente quedó á estribor.
»—¡Cargad las velas! —ordenó John Happer, que
mandaba de pie junto al gobernalle.
»A esta voz de trueno y tan conocida, la tripu-
lación obedeció como si fuera un solo hombre, y
el brick, que hacía un momento estaba perdido,
con aquella voz poderosa, se salvó. t
»Tippo Runo, el timonel, y yo, sosteníamos ¡una
lucha terrible, pero yo, dolado de una fuerza poco
común, sujetaba con mi rodilla á Tippo, ty me de-
fendía con bravura de mi otro adversario. Pero
el timonel pidió socorro, y vinieron dos marine-
ros en su ayuda, y me sujctaron, pero me levanté
como pude, y tiré al suelo al timonel de una puña-
lada.
»Mi propósito era acercarme á la baranda, y ti-
rarme al mar, pero un tercer marinero vino á
cortarme el paso.
»No tenía más que un camino libre, y este cra
la escalera,
Puy,