2
a
SS
prada
Py
A
+
A
1]
Pp
Ey
.
— 09
»Blandiendo siempre mi puñal, me lancé al en-
trepuente.
»El timonel, á pesar de su herida, se había le»
vantado.
»Tippo y dos marineros me perseguían, pero tu-
ve tiempo de llegar al camarote de John Happer,
y me encerré en él.
»—Echad la puerta al suelo _—gritaba Tippo Ru-
no:—¡matad al traidor!
»La puerta del camarote tenía una abertura á la
altura de la cabeza.
»Por esta abertura que le permitía al capitán ver
lo que pasaba en el entrepuente, ví bajar corriendo
á Tippo Runo, al timonel, y cuatro ó cinco mari-
neros más.
»La puerta no podía resistir mucho tiempo, y
mi posición no era, por lo tanto, nada lisonjera.
»Felizmente, acababa de encontrar un poderoso
auxilio para mi defensa.
»Dos días antes, cuando creía el capitán ser ata-
cado por los piratas chinos, había mandado subir
al entrepuente varios barriles de pólvora, y uno
de estos barriles, lo habían bajado en seguida á su
camarote, :
»Junto á la cama, sobre una tabla, estaban las
pistolas del capitán.
»Me apoderé de ellas, salté sobre el barril de,
pólvora y esperé.
»La cara roja del timonel, apareció en la aber-
tura. ¡
»—¡Abre, ladrón!—rugió con furor.
»¡Si derribáis la puerta, —respondí, —estáis todos
perdidos, porque haré saltar el buque!»
Aquí se interrumpía el relato del manuscrito
de Rocambole.
El Muñeco había pasado seis ú ocho horas leyen-