Full text: Los tesoros del Rajah (7)

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envueltos siempre en aquella absoluta obscuridad, 
cuando el Muñeco distinguió de pronto una luz 
junto á la orilla derecha del río, 
—¿Qué luz es aquella ?—dijo, 
—La casa 4 dónde vais. 
Y esto diciendo, la Irlandesa arrolló la vela al 
mástil y cogiendo los remos se puso á remar vi- 
gorosamente hacia la orilla. 
Entonces pudo ver el Muñeco, á través de la 
niebla, un pabellón cuadrado, rodeado de jardi- 
nes, cuyos muros llegaban á la orilla del río. 
El pabellón tenía una de las ventanas ilumina- 
das, 
—Ya hemos llegado, —dijo la Irlandesa que ha- 
bía saltado á tierra y se disponía á atar la barca, 
-—|Ah!—hizo el Muñeco, 
—i¿ Veis esta puerta? 
- —Sí,—dijo el Muñeco, que vió una pequeña puer» 
ta en la pared del jardín. 
—Pues, bien; tomad: esta llave, 
—Bien. 
—Abriréis la puerta. En seguida encontrarcis el 
Jardín, y cuando hayáis llegado frente á la fa- 
chada de la casa, daréis tres palmadas; esta es 
la señal. 
—¡ Tú no vienes conmigo ?—dijo el Muñeco á la 
Irlandesa. 
—No,—respondió; y saltando otra vez ála lan- 
cha se alejó dejando al Muñeco solo en la orilla.
	        
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