(llevarán el tesoro en pequeñas porcicnes hasta
la boca del canal, y el barco bajará y costeará si-
lenciosamente. Esta nave, de la cual ya te he ha-
blado, emprenderá pronto el camino de Europa.
»Salimos de la villa blanca y nos dirigimos á la
casa de bebidas situada en la villa negra, en don-
de un día antes Nadir se había convertido en un
perfecto gentleman,
»Desde allí tomamos el camino de la pagoda,
en donde nos aguardaba el viejo.
_ »Siguiendo nuestro camino, Nadir dió un agu-
do silbido. !
»A esta seña un indio, que al parecer dormía,
se levantó, acercándose á nosotros.
»Era el pretendido gentleman que había visto
durante el día, y que por la noche volvía Á ser
indio.
»—Los hombres que están á tus órdenes, que
vayan indirectamente á la pagoda,—le dijo Nadir.
>El indio hizo una inclinación de cabeza y se
perdió en la obscuridad. Algunos minutos después
llegamos á la puerta de la pagoda y me dijo;
yv—La lámpara está apagada,
»—¿Qué lámpara?
»—La que debe arder noche y día, ais
dose su luz por debajo de la puerta.
»Y Nadir, no pudiendo contener su emoción,
llamó:
»—¡Kureb! ¡Kureb! . it
» Y Kureb no respondía.
»Como Nadir tenía llave de la pagoda, abrió la
puerta, La pagoda estaba completamente á ob6-
Curas, y
»—¡ Kureb ! ¡Kurel! volvió á repetir con ansie-
dad Nadir.
»Continuó el mismo silencio
Nos procuramos una luz y á su claridad dió