»—La brisa es buena.
» —Excelente,
»—¿Quisierais estar ya en Londres, verdad?
»John Happer dió un gran suspiro y pareció
querer eludir la contestación,
»—Ha de considerar vuestra señoría, —dijo al fin,
—Qque tengo ya cincuenta y dos años, y que hace
treinta que hago el viaje de las Indias,
»—¿ Y empezáis á estar cansado, no es esto?
»—Un poco.
»—¿Así, pues, este viaje será el último?
»+—Si vuestra señoría no manda otra cosa, —dijo
Happer con humildad.
' »—Con las doscientas mil. libras esterlinas de mi
pasaje, bien podéis hacer un bonito papel en Lon-
dres. A po
»La cara habitualmente roja de John Happer,
que en aquel momento iluminaba el farol de popa,
pasó por todos los colores del arco iris.
»La fabulosa cifra que Tippo Runo acababa de
nombrar, le produjo una especie de vértigo,
»Doscientas mil libras esterlinas, es decir, cinco
millones de francos por el precio del transporte
de Tippo Runo y su tesoro.
»Por lucrativos que hayan sido los viajes de un
capitán de buque mercante, raras veces se retira
con la vigésima parte de esta suma.
»El capitán respondió por fin:
»—No es á Londres á donde pienso retirarme,
»—¿En dónde queréis vivir?
»—En mi país, en el Yorkshire,
»Construiré allí una buena casa y me casaré con
Catalina,
—( Quién es Catalina?
—Es una bella joven, sobrina mía, que tiene
veintiséis años, y creo que no me encontrará de-
masiado viejo todavía. »
ci erario
o