»Este parecía otro,
»Su voz retumbaba “omo uu trueno entro el
ruido del viento y de las olas.
»Tippo se había hecho atar también junto á él
»Cada vez que el West-India subía á la cumbre
de alguna de aquellas montañas de agua, veíamos
al junco bailando sobre las olas, como una cásca-
ra de nuez.
»Jobhn repetía
»—No tengo miedo á la tempestad; 4 quien ten-
go miedo es á los piratas.
»—Ellos tienen más quehacer que nosotros, 0
tanto por lo menos, —decía Tippo Runo.
»—Ahora sí, pero ¿y después?
» —Después, —decía Tippo;—tendrán que reparar
averías como nosotros.
»—Si fuese de día y estuviéramos más cerca,
podríais ver el junco; tiene desmontado todo su
aparejo, y está raso como un pontón, pues en esta
clase de barcos se desmontan los palos en un
abrir y cerrar de ojos, y do este modo ¡esperan
que pase la tempestad.
»Mientras decía esto, un golpe de mar acostó
el barco sobre uno de sus lados, y se dejó oir un
terrible crujido.
»John Happer cortó las ligaduras que le sujeta-
ban al banco con el hacha de abordaje que tenía
junto á él, y corrió como un loco, y con la misma
hacha, ayudado por el carpintero de á bordo y
dos marnieros, atacaron con brío el palo mayor.
»Esto duró diez minutos, al cabo de los cuales
se oyó tun nuevo crujido, y cayó á lo largo sobre
cubierta, rompiendo parte de la baranda de es-
tribor.
»Entonces el buque volvió 4 adquirir su posi-
ción normal, y John, Happer dió un grito de sas
tisfacción,