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34. — Esto puede repetirse unas cuantas veces. Ahora
bien, ¿qué comerciante tiene tiempo y paciencia disponible
para seguir todas estas formalidades ? Los meses pasan,
las reuniones se suceden, ningun resultado práctico se
obtiene, y solo es efectiva la pérdida de tiempo y de dinero,
habiendo tenido que descuidar los propios asuntos y dejar
de entrar en otros nuevos. Y como casi siempre en la pri-
mera reunion de acreedores hay muchos con créditos apó-
crifos, exajerados ó subrepticios, resulta que el acreedor
verdadero, viendo que por este medio vá á disminuirse
notablemente su dividendo, ataca al acreedor apócrifo (1)
— para lo cual le es indispensable engolfarse en el dédalo
de las operaciones del fallido, remontarse á épocas lejanas,
indagar en los libros comerciales, (2) obtener por mandato
deljuez, (3) que se le presenten los del falso acreedor,
descubrir la inverosimilitud del engaño, — todo lo que lo
obliga á tomar un abogado-especial, á seguir un pleito por
separado, á gastar dinero, cansarse, perder tiempo, y algu-
nas veces á no obtener nada! Como los síndicos deben inter-
venir en cada uno de estos incidentes en defensa de los
intereses del concurso (4), resulta que los gastos de este
aumentan con las costas judiciales, etc., pues las costas y
gastos que se causan en las diligencias á que se proceda
relativamente á la quiebra, salen de la masa del concurso ;
como dispone la ley (5).
(1) Cód. Cóm. Arg., art. 1605.
(2) Ibd. art. 19.
(3) Ibid. arts. 74 y 76.
(4) Ibid. art. 1608.
(5) Ibid. art. 1587.