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Púsose Rodolfo en pie é impulsado por esa im-
placable memoria de los niños, siguió preguntando:
—¿Y cómo es que estoy vestido?
No le respondió mistress Fanocho.
—¿En dónde está maña ?—dijo, el niño por" ter-
CÉYA VBZ. +0 o ot AS) % ;
—Voy á busc arla-—contesió cid ess Fanoc ho.
Y salió de la habitación cambiando antes una
nirada con la escocesa á la que, durante el via-
je, había enseñado la lección. -.*- 11“ ea
—Pero ¿por qué estoy vestido ?—repitió el niño
mirando á la escocesa. AS
—Vuestra me san o fué la que os vistió —respon-
dió María. mt
—¿En dónde está 1?
—Allá arriba. :. 1.11.
—Voy á reunirme con ella,
Dijo el niño y se dirigió resuellaménte hacia la
puerta. 14. dos 0
La escocesa le impidió el paso.
—No os movercis de yal dijo.
—¿Y si yo no quiero?- replicó con acento” tan
enérgico que hizo estremecer, á la irlandesa
—Pues no saldréis.
El niño pateó con rabia.
—¡Quiero irme con mi madre!—gritó.
Y quiso apartar 4 un lado, á la irlandesa, que
se había colocado delante de la puerta y que le
rechazó «on dureza. El niño, á pesar de esto,
volvió á la carga, y entonces aquella mujer bru-
tal y cruel le dió una bofetada. Lanzó Rodolfo un
grito de rabia y arrojándose sobre la criada mor-
dió la mano que le golpeó. . ., 4 Yo
—¡Ah! ¡Granuja!—gritó la escocesa, —¡Vas á te-
nértelas que haber conmigo, ladrón, y, me las pa-
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Y de debajo del delantal | sacó un látigo en un