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tenderle la mano, le persiguió con su odio y es
tan inglés como el otro irlandés, ;
—( Y bien? :
—Pues bien, ¿quién os dice que no: fué él la
persona que llevó á cabo el rapto del niño ó lo
ordenó ?
—¡El!
—Sí, no para que substituyese a otro sino par:
hacerle desaparecer para siempre. Los que ma-
taron al águila trataron de ahogar á los aguiluchos
y las aguas del "Támesis son tan fangosas y ne-
gras que jamás se pueden ver el lecho del ríos
Estremecióse el Hombre Gris,
A su mente, en aquel momento acudió su re-
cuerdo,
Se acordó de las confidencias del Dandy res-
pecto de ajquel personaje que había dado diez li-
bras al mendigo para que averiguase el domicilio
de la irlandesa.
—¿Me permitiréis que os haga una' pregunta,
maestro? —dijo conservando ante gl ¡joven presbí-
tero aquella actitud. sumisa que se había impues-
to desde ¡un principio.
—Hablad. l .. .
—¿ Cuál es el nombre [ton que figura en la Cá-
mara alta el hermano de sir Edmundo ?
—Se llama lord' Palmure.
El Hombre Gris: ahogó 'un grito.
—¡Ah!—exclamó.—Es preciso salir de aqui, pero
inmediatamente... Es necesario buscar al niño.
Meneó el (abate Samuel la cabeza.
—¡Salir de ¡aquí!—repitió.—¿Y cómo?
Y observando que el Tlombre Gris no le respon-
día, prosiguió con acento febril:
—Si Tomás Elgin se mostró implacable, se debe
á que es instrumento de nuestros perseguidoreg
y porque éstos averiguaron que el niño iba á Jle-
gar y que hoy por la mañana debía yo celebrar