— 132 —
Y entró de puntillas en su cuarto y se melió
en la cama, procurando no mover los mucbles
y hacer el menor ruido posible.
Una vez acostado, quedóse el Dandy profun-
lamente dormido, gracias 4 los vapores de la gl-
nebra mezclada al bitter, y soñó que era realmen-
te un rico (caballero y que hacía caracolear un
caballo de pura sangre en los paseos de Hyde
Park.
Cuando lo que se sueña es agradablo, se duermo
más. |
Londres no «es, por otra parte, 'una población.
madrugadora y en ella se vive de noche. Por la
mañana nadie se mueve antes de las nueve ó las
diez.
El Dandy estuvo durmiendo hasta cerca de las
diez y media de la mañana,
Al despertarse se dió cuenta de que no era un
gentleman ni mucho menos y exhaló un profun-
do suspiro.
Acordóse después de la irlandesa.
En un abrir y cerrar de ojos endosóse el men-
digo su frac negro, anudóse la corbata blanca y A
se halló en estado de poderse presentar en el cuar-
to de Juana.
Llamó á la puerta y no le respondió nadie.
Volvió á llamar por segunda vez y-no tuvo tam-
poco contestación.
Fijóse entonces en un detalle que le había pa-
sado desapercibido: la llave estaba puesta en la
cerradura. ]
Dominado por una vaga inquietud, dió la vuel-
ta 4 la llavo y entró en el cuarto. :
Estaba éste vacío, entreabierta la ventana, y la
cama deshecha apenas. '
Trastornado, sin darse cuenta de lo que hacía,
salió idie la habitación y, bajó á la que le servía de
despacho,