Full text: La maestra de párvulos (1)

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es 291 
'—SÍ. 
Delante de la puerta ee este palacio; está aguar- 
dando «el sacerdote al que visteis antes... y, que 
me ayudó á salvaros. 
—¿El abate Samuel ? 
,—Le hice salir de la cárcel, conforme os “pro- 
metí. 
Sintióse atraída la irlandesa hacia aquel hom- 
bre por un arranque (irresistible. 
—¡Oh !—exclamó.—¡ Quién quiera que seais, ten- 
go fe en vos! 
Abrió «el Hombre Gris la puerta de la' habita- 
ción, y Juana, echándose á temblar, vió á lady, 
Elena sentada en el mismo sillón en que se des- 
plomara “antes sofocada por la cólera. 
El Hombre Gris. se acercó á la joven lady. 
—Cumplísteis, milady, una parte de la promesa 
— la dijo, —pero no es esto todo, porque la vida 
de vuestro padre corre peligro tanto como antes. 
Contemplóle la joven con una especie de rencor, 
que se somele á la fuerza. 
—¿Qué más es lo que queréis de mí?—preguntó. 
— Que nos guieis hasta que podamos salir de 
aquí. 
—¡Ah! 
El Hombre Gris añadió: 
, —Es muy tarde, y vuestros criados se acosta- 
ron ya. Coged: ese candelero, y guiadnos hasta la 
puerta del invernadero que da al jardín. En el fon- 
do del invernadero hay otra puerta cuya llave 
debéis tener. Esa puerta comunica con un calle- 
jón y pyor ella es por la que saldremos, 
Lady Elena miró á la irlandesa. 
—De manera—la dijo,—que os vais á marchar 
con ese hombre. 
Juana bajó los ojos, 
—¡Es Irlanda la que lo manda! 
Un temblor nervioso agitó todo el cuerpo de
	        
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