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VI
Conforme (dijimos antes, la noche era fría, y con
arreglo á los cálculos de mistress Fanoche, los
efectos del narcótico debían disiparse al cabo de
tres Ó cuatro horas.
Poco antes, y en el momento en que Wilton la
cogía en brazos, había exhalado un suspiro.
No había pasado una hora desde que aquellos *
dos miserables la habían dejado sentada en el ban-
co, cuando empezó á moverse,
Poco: á (poco fueron recobrando su elasticidad sus
miembros envarados por el letargo; su pecho se
dilató, y sus labios se movieron, y se entreabrie-
ron para pronunciar un nombre,
—¡ Rodolfo!
¿No esel nombre de su hijo la primera palabra
que pronuncia una madre al despertarse?
Porque había soñado; ¡pobre madre! mientras
que los dos bandidos discutían si la enviarían á
dormir el último sueño á las negras profundida-
des del Támesis ó si la perdonarían la vida.
Y en sueños vió á su hijo.
Le vió, sí, crecido y robusto, marchando con
paso seguro para cumplir su elevado destino, y,
dejando á ¡su alrededor como una huella luminosa.
Y cuando sus labios empezaron á moverse, abrió
los ojos.
Durante su sueña habíase despertado el Wap-
ping. “
En Londres predomina en todas partes la vida
nocturna, lo mismo en los ricos palacios de Bel.
grave Square, que en los antros de Wite Chapel,
en Regent street, como en el Wapping.
En éste se habían abierto las casas que suelen
frecuentarse durante la noche,