Full text: La maestra de párvulos (1)

El niño tenía 'una señal extraña. 
En medio de su cabello castaño y Casi negro, 
destacábase un mechón rojo, delgado y fino, que 
le bajaba hasta: el medio de la frente. 
Ambos, tanto la madre como el hijo, contempla- 
ban con inquieto estupor la ciudad inmensa que 
se elevaba á las dos orillas del río, con sus iglesias 
sinnúmero, «estaciones gigantescas, puentes ciclóz 
eos, y sus casas negras y ahumadas,.' 
¿De dónde procedían ? 
No lo sabía nadie. 
Se habían embarcado en Greenwic 'h, hasta don- 
de habían ido á pie. 
Suspirando había sacado la me dre de su porta- 
monedas, en el que se entrechocaban dos ó tres 
chelines con alguna moneda de cobre, los peniques 
necesarios para comprar el billete del vapor óm- 
nibus. Ce 
Hecho esto, sentóse sobre cubierta, teniendo á 
| su hijo en brazos, y durante largo ralo qe mane- 
ció así sin decir nada á nadie, 
Al cabo, y en el momento en que al apor se 
detenía 'un instante en los Docks de la India, pre- 
guntó si lo que se extendía delante de ellos eral 
Londres. AAN pa , 
y —Sí y no,—le respondió un hombre óbeñó y de 
rojo cabello; un escocés vendedor de pescado que 
se dirigía á London-Bridge.—Según y conforme, 
madrecita, porque Londres está en todas partés. 
y no concluye en ninguna; ¿4 dónde vais” 
¿La joven vaciló tun momento. 
+ —Pues voy,—dijo al cabo,—á un barrio. en el 
que se encuentran una iglesi sia que se llama de 
San Gil y á Lawrencestreet. 
—Bueno,—dijo el escocés, —ya sé que San Gil 
es una iglesia católica. 
—SÍ. 
, ¿Sois irlandesa? 
O 
IRA A
	        
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