Full text: El niño perdido (2)

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Esta se había mostrado muy cariñosa con él 
cuando por la mañana acompañara al médico, y 
el reconocimiento es lo que domina más en el 
corazón de los niños, —¿Eres tú, señora 2—dijo. 
.—Sí, hijo mío—respondió Catalina. —¿Sufres mu- 
cho? 
—Un poco menos que antes—contestó Rodolfo 
con voz dulce y triste, 
—i¿ Tienes sed? 
—¡0Oh, mucha, sí, señora! 
El Hombre Gris mantúvose apartado á un lado 
en la sombra, y de sus ojos se desprendieron grue- 
sas lágrimas, 
—Parece, señora, que tú eres muy buena. ¿Por 
qué no quieren dejarme salir de aquí para que 
vaya en busca de mi madre? 
Dió el Hombre Gris un paso, y penetró en el 
círculo luminoso proyectado por la luz de Ca- 
talina. 
Hizo el niño un ademán de terror, pero no 
lloró. 
—¿ Me permitís, miss, que le hable en el lenguaje 
de su país? 
—La lengua de los irlandeses es lo mismo que 
la nuestra—respondió sonriendo Catalina. 
—El pueblo habla un dialecto. 
—¡Ah! 
—Ahora lo oiréis, 
Y de pronto aquel hombre que lo sabía todo y 
hablaba todas las lenguas, empezó á hablar un 
dialecto que sólo comprenden los pescadores de 
la costa de Irlanda. 
Al oír las primeras palabras, dió un grito el 
niño. ' 
La lengua materna vibraba en sus oídos lo mis- 
mo que si la patria ausente se le acercase, 
—Rodolfo, soy amigo de tu madre—le dijo el 
Hombre Gris,
	        
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