Full text: El niño perdido (2)

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= 10 = 
lo después de enseñarse unas á otras la ventana 
de Susana. 
En 'uno de los extremos de Brook street, á la 
izquierda, había un patio obscuro, triste y de- 
sierto, en cuyo centro y rodeada de otras casas, 
ele vábase hacía más de un siglo una casita. 
Era ésta un monumento; la pagoda de Brook 
street, el templo de aquel barrio irregular; la ha- 
bitación del Cartouche inglés, de Jacobo Shep- 
pard muerto en el campo del honor, Ó sea en el 
palíbulo, hacía más de un siglo. 
Los ladrones la han conservado intacta, ense- 
fiándosela con respeto y de generación en gene- 
ración, transmitiéndose la leyenda histórica del 
que habitó, 
Cuando nace algún chiquillo en Brook street le 
llevan con gran pompa al pórtico de la casilla y, 
Jos más ancianos le dicen: 
—¡Ojalá te parezcas á Sheppard! 
Aquél es el bautizo del ladrón en ciernes. 
A esa casita era á la que, aquella noche, se 
dirigían de una en una ó de dos en dos, todas 
las sombras que atravesaban la niebla. 
La niebla inglesa, que es roja, comunicaba á 
todas las cosas un aspecto fantástico, y se hu- 
biera podido creer que eran fantasmas. 
Sí, los fantasmas de los compañeros de Jacobo 
Sheppard que se reunían durante la noche para 
hacerle una ovación de ultratumba. 
Y lo que contribuía á aumentar la ilusión, era 
sel silencio profundo que reinaba en el patio, la 
hausencia completa de luces en las ventanas, viu- 
¡das de postiguillos desde hacía muchísimos años, 
A pesar de esto, eran muchísimos los que acu- 
dían á la reunión. 
Una vez dentro de la casa, levantaban la tram- 
ipa de una cueva y desaparecían por una escale- 
a stibterránea. Esta daba acceso á la cueva,
	        
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