A EI RAR
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—Irlanda vela por los que trabajan en su favor
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No —respondió el Hombre Gris con mucha gravedad.
Y —Paciencia y valor debe ser en adelante vuestra
] divisa, como ya lo es nuestra.
Y se marchó después de llamar á los agentes
que se habían quedado fuera,
| En la escalera se puso la hopalanda gris que
1 dejara colgada en la cuerda que servía de 'baran-
dilla.
Y cuando estuvo fuera de la casa echó á andar
j con paso rápido, bajando por Brook street y lle-
gando hasta Holborne,
] En este sitio le estaba aguardando un carruaje.
¿A dónde vamos?—preguntó tel cochero.
—A Hay Markett—respondió el Hombre Gris.
Arrancó el carruaje con la celeridad del relám-
A pago, y pocos minutos después se deluvo en la
esquina del Hay Markett y Piccadilly.
En aquel lugar había un hombre sentado al la-
do de una vendedora de ginebra que suele esta-
blecerse allí al aire libre, resguardándose bajo un
paraguas amarillo.
Al ver el carruaje que se paraba, púsose en pie
, aquel hombre y se acerzó. Era el Dandy.
—¿En dónde está el abate Samuel?-—le pregun-
tó el Hombre Gris.
—En su casa.
—¿ Y la irlandesa?
—Con él.
—( Y el americano?
—Con los dos.
—Está bien. Vete á casa del abate Samuel y
dile que celebraremos consejo á las dos de la
madrugada.
—Para ocuparse del asunto del niño ¿no es esto?
—Sí—dijo el Hombre Gris.
-—¡Ah!—exclamó el Dandy, quien sin duda ha-
] bía visto al Hombre Gris después que éste se se-