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do á la ley, consiguió mister Booth restablecer el
silencio.
Mientras tanto, y obrando con mucha prudencia,
habíase eclipsado lord Palmure.
—¿Declaráis, Juana, bajo juramento que sois la
madre de ese niño?—preguntó el magistrado des-
pués de ocurrido todo esto,
—Sí, señor.
—¿ Conocéis á una irlandesa que se llama Su-
sana?
—Es prima mía.
—¿Confesáis que la entregasteis vuestro hijo?
—SÍ, señor, y
El juez procedió á la lectura de la declaración
prestada por Susana.
Cubrióse Tuego y pronunció la sentencia, por
la que se condenaba á Rodolfo, el irlandés, á cin-
co años de reclusión en la cárcel de Cold Bat
field.
Exhaló Juana una desgarradora exclamación y
cayó desvanecida en brazos del Hombre Gris, que
la dijo al oído:
—¡ Tened valor! Dentro de ocho días estará Ro-
dolfo á vuestro lado. Os lo aseguro. Hemos gana-
do hoy tuna gran batalla, puesto que logramos
arrancárselo á lord. Palmure, el traidor,