Full text: El niño perdido (2)

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No le respondió Susana. 
Siguieron andando, y de este modo llegaron al 
extremo de Graysiens lane, que cruza una gran 
avenida llamada Holborne, que no es ni más ni 
menos que la continuación de Oxford street. 
En este punto se detuvo un momento Susana, 
que parecía muy inquieta, y dirigía 4 su alrede- 
dor miradas furtivas, como si estuviese buscando á 
alguien. 
Al fin, pasó un hombre, al que ella, sin duda, 
reconoció. 
Susana, sin soltar al niño de la mano, se acer- 
có con mucha viveza á él, 
—¿Eres tú, Susana?—la preguntó deteniéndose, 
—Sí; ¿has visto á Bulton? Hace tres días y tres 
noches que no tengo noticias suyas. 
—Tenía entre manos un buen negocio, y creo 
debía hacerse esta noche. 
—¡Ah! — exclamó Susana. —¡Entonces no está 
preso! 
—Esta mañana al menos no lo estaba, 
Respiró Susana más á sus anchas. 
—Gracias, Guillermo. Adiós. 
—¿Te vuelves ya á tu casa? 
—SÍ. qn o 
—¿Se hacen buenos negocios? 
—Una cosa regular; las gentes de buena posición 
se cosen los bolsillos—respondió Susana. 
—¡Calla! ¿Tienes un chiquillo? 
—Es un irlandesito que no sabe donde dormir. 
Le llevo á mi casa, y mañana le acompañaré á 
la de su madre, 
Estas últimas palabras tranquilizaron á Rodolfo, 
que no resistió la suave presión de la mano de 
Susana, que siguió su camino haciéndole ir tras 
ella. 
Después de dar unos cuantos pasos por Holbor- 
pe, internóse de pronto Susana en un callejón de 
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