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do para facilitar la evasión de algún preso, no me
chocaría.
Estremecióse Whip al oir esto, y su mirada se
iluminó. ;
—¿En qué os fundáis para hablar así? — pre-
guntó. E
—En que hace dos o tres días que Bardel sale y
¿€ntra con mucha frecuencia. b
—¡ Ah!
—Dos o tres veces por día algunas veces.
—¿ Creéis?...
-—Y va a la Justicia de la Reina.
—¿A casa de nuestro antiguo colega el que des-
tituyeron?
—Precisamente. Y—añadió Jonatan,—ayer le ví
sostener una conversación muy animada con un
hombre, cuyo aspecto no me agradó nada.
—¿De veras?
Jonatan bajó aún más la voz.
—¿Oísteis hablar de los fenianos?—preguntó.
—|Pardiez! ¡Ya lo creo!
-—Aun cuando me dijesen que Bardel está en
relación con ellos, no me chocaría.
—¡Ah!
—Es más; esloy seguro de que a estas horas no
se halla en la cárcel.
—No, eso no—dijo Whip,—porque precisamen-
te en este momento está encerrando a los presos
del molino.
—Pues apuesto lo que queráis a que, terminado
ese trabajo, sale inmediatamente a la calle.
Whip murmuró entre dientes:
—¡Cuánto me pesa el haber pedido a Ruty que
me dejase ocupar su puesto!
—¿Por qué?
—Porque de buena gana hubiera seguido a Bar
liño perdido—13