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-—No—contestó Pin.—Debe estar ahí enfrente,
en la Justicia de la Reina.
—Pues es preciso que le vea y hable inmedia-
tamiente, para un asunto de servicio.
El portero de rastrillo abrió éste sin oponer la
menor dificultad.
Encaminóse el hombre látigo hacia la taberna,
mas en vez de entrar en ésta se quedó á la parte
de afuera, arrimando la cara á los cristales, ta-
pados de una manera imperfecta por unas corti-
nillas rojas.
Desde su observatorio pudo ver 4 Bardel, que
estaba hablando con mucho misterio con el Hom-
bre Gris,
Aquella conversación le pareció sospechosa.
A los pocos minutos salió Bardel.
Whip se echó con viveza á un lado, y el jefe
de los vigilantes pasó cerca de él sin verle,
En vez de volver á entrar en la cárcel, dió Bar-
del la vuelta al muro de ronda y fuese á esperar
al Hombre Gris.
Salió éste á su vez de la taberna, seguido del
Dandy.
Y ninguno de los tres se dió cuenta de que
Whip iba en seguimiento suyo,
XMI
Era Whip hombre prudente.
No se aventuró á seguir á los tres personajes
pisándoles los talones, como suele decirse, sino
que se deslizó á lo largo de las paredes, arri-
mándose todo lo posible á éstas y aprovechando
la niebla.
Así les pudo ver entrar en una casa de tres
pisos que estaba frente por frente á la nueva cár-
cel,