Full text: El niño perdido (2)

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der, pero que imaginó ocultaba importantes con- 
fidencias. 
Sólo pudo coger al vuelo una palabra; pero és- 
ta fué toda una revelación. 
Fué la palabra cuerda. 
A Whip le latió con fuerza el corazón. 
Desde el momento en que hablaban de cuerda, 
era indudable que se trataba de una evasión. 
Y si esto era cierto, parecióle indudable que 
Bardel debía ser cómplice de ella. 
Desde aquel momento no necesitaba saber nada 
más, porque su imaginación iba a suplir lo que 
faltaba. 
Se escurrió a lo largo del muro, se achicó, se 
alejó paso a paso primero y después a la carrera, 
y aun no había salido Bardel de la casa misterio- 
sa,, cuando él llegó a la cárcel. 
Abrióle el rastrillo master Pin, y no le hizo 
ninguna pregunta. 
El portero de rastrillo era el hombre menos cu- 
rioso del mundo. 
Limitábase a abrir y cerrar la puerta y no se 
ocupaba jamás del servicio interior de la cárcel. 
Por el camino pensó Whip en lo que podría ha- 
cOn: 
¿Iría en busca del gobernador de la prisión para 
delatarle a Bardel y decirle lo que estaba ha- 
ciendo? 
Esto fué lo que pensó en un principio; pero en 
seguida renunció a semejante proyecto. 
La prudencia más elemental le aconsejaba que 
si quería perder a Bardel y sucederle en el puesto 
de jefe de vigilantes, era necesario que le sorpren- 
dieran en el acto de cometer el delito. 
Reunióse con Jonatan. 
Este se había embozado en su capota y sentán- 
dose en una garita destinada a los vigilantes y 
y 
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