Full text: El niño perdido (2)

A AAA ARA RO 
—Mañana lo llevaré conmigo al barrio de los 
irlandeses, á los alrededores de San Gil. 
—Bien ¿y qué más? : 
—Y allí haré lo posible para hallar á su madre. 
—¡Ah!—hizo Bulton. 
Respiró Susana más á sus anchas y debía ha- 
ber tenido miedo de que Bulton la pegase porque 
se abrazó otra vez á éste diciéndole: 
—¡Que bueno eres, y cuánto te quiero! 
—Supongo que no vamos á dormir los tres en 
la misma cama—dijo Bulton. 
—No, por cierto. Ahora despertaré al niño ¡po- 
brecillo!—contestó Susana. : 
Se acercó á la cama y tocó á Rodolfo. 
Este no dormía y, tenía además mucho menos 
miedo, desde que había visto que Bulton no pa- 
recía oponerse á que le acompañasen á donde 
estaba su madre. 
Abrió los ojos y aparentó que se despertaba. 
—Este señor que está aquí—dijo Susana,—es mi 
marido y no te hará nada. No le tengas miedo, 
hijo mío. 
Fijó Rodolfo la mirada de sus rasgados ojos en 
el rostro de Bulton. 
—En verdad que es muy guapo ese muñeco—ob- 
servó el bandido.—¿ Dices que quieres acompañar- 
le 4 donde está su madre? 
—SÍ, Er 
—Pues creo que haríamos mucho mejor conser- 
vándolo á nuestro lado. | 
Un temblor muy grande agitó el cuerpo del niño. 
—No, no—replicó Susana con mucha energía. 
—Debe ser un hombre honrado y no seré yo la 
que contribuya á que caiga en el lodo en que 
estamos encenagados. s 
Soltó Bulton una carcajada. OS 
—¡Qué virtuosa te has vuelto! Hoy estás des- 
conocida—dijo,
	        
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